Desde el Si abriendose en tus brazos
hasta lo incierto entregado al Universo,
vi desvanecerse palabras
como frutos maduros de su planta.
A su paso tu nectar se deslizaba por mi boca;
primero absurdo en la lengua,
por el paladar mismo de mis oídos.
Ablandó e hizo chorrear el placer
en todo mi interior,
dándole la suavidad al espacio.
Encontró que podía entrar
jugando en nuevas pasiones
y sintiendo en los poros.
Nuevas caricias vibraron
infinitas para alcanzar al todo.
Tu voz es la que me besa
sin estar tus manos cerca.
Veo un brillo especiado en el color de tu aura,
tiernamente tocando mis manos.
El cielo se desvela para no perderte un instante
y se tiende largas horas más de lo acostumbrado,
mas de lo que pactaran los astros eternidades atrás.
En la calidez de tus ojos
una línea incierta.
Letra a letra las formas tropiezan.
Tiembla el té al caer en la taza blanca
porque tiemblan también hilos de humo
que se elevan a lugares sin sombra,
el no-lugar de una sonrisa entre dientes.
Mis hojas se mueven,
danzando se desprenden,
si brotan tus manos
y mis ojos se dan al abrazo.
